Nos merecíamos un buen almuerzo, y nos mandamos al mercado de La Boquería. Es otro mundo de gente (en realidad toda Barcelona está repleta de turistas!), pero entre codazos ibamos agarrando alguna que otra feta de jamón crudo. Martín se sacó las ganas y se pidió un plato de pescado y mariscos.
Después bajamos la comida con una caminata hasta el museo del Chocolate, que tiene unas esculturas que dan ganas de arrancarles un pedacito para probarlas....
y un chocolate caliente que es una BOMBA!!
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